En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos.
1 Timoteo 6: 9-10
El dinero y las cosas materiales son necesarias para la vida, no son malas, ni perjudiciales a menos que pongas tu corazón en ellas y te olvides de Dios, lo que te hace daño no es tener dinero, sino ser avaro, desear con ambición y desespero, y acumular y acumular dinero a la larga te empobrece, te quita la vida, ya que gastas tu energía inútilmente en algo que consideras que no es suficiente.
Porque cuando llega a tu vida la ambición, entre más tienes, mayor es la necesidad, porque si consigues una casa, entonces desearás que sea más grande porque te parecerá pequeña, lo mismo con las cosas, como el televisor, el carro y todo lo que tienes, pues luego de conseguirlo, ya no será suficiente, querrás uno más grande y más caro, a sabiendas que el que tienes es más que suficiente, pero a lo mejor no te das cuenta. No olvides que cuando de acumular se trata, nunca llega a ser suficiente pero si innecesario, además de reflejar realmente tu egoísmo y de fondo, reflejará que verdaderamente no hay felicidad en tu vida.
El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión, porque mientras más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene? El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico en cambio sus riquezas no lo dejan dormir.
Eclesiastés 5: 10-12.
Tener lo que necesitas para vivir y creer que aun así necesitas más es un engaño de las empresas y la sociedad en general, porque aquel que es infeliz, lo único que puede brindar es infelicidad y lo hace provocando que sientas que te falta algo para llegar a la plenitud.
Por el contrario el que es feliz, aquel que sabe que poco o mucho es solo un concepto que depende de tu deseo y tu forma de ver la vida, busca transmitir ese pensamiento a quienes deseen escucharlo para que igual que él, los demás experimenten la felicidad verdadera.
También dijo: – Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la vida no depende del poseer muchas cosas.
San Lucas 12: 15.
Aquellos que conocen a Dios saben lo que es vivir felices incluso cuando no tienen un techo físico que los proteja del frio. Una vez que conoces al Señor lo único que te preocupa es alcanzar su gloria, estar en su presencia, por tanto lo material pasa a un segundo plano y todo lo que tienes lo agradeces con sinceridad porque reconoces que es un premio que Dios te da por medio de tu trabajo y esfuerzo.
Porque el trabajo y la voluntad para hacerlo, también te las da Dios a menos que tu cierres tu corazón a Él. Lo material es efímero, es algo de un rato, el celular que tienes se dañará tarde o temprano, pero se daña, la casa, ni siquiera si vives en ella hasta cuando mueras es tuya porque tan pronto te vayas de este mundo terrenal tus hijos o el banco en su defecto, pelearán por ella y pasará a manos de otros.
Así que mejor acumula momentos que puedas agradecer antes de tu último suspiro de vida, o mejor, en cada segundo de vida, deja en los corazones de quienes te conocen recuerdos llenos de risas y grandes enseñanzas, eso será lo que cuente cuando estés en el juicio final, eso es lo que queda de ti para quienes amas.
“No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar.
San Mateo 6: 19-20.
La paz la consigues cuando compartes con tus seres queridos, cuando viajas y conoces lugares paradisiacos, cuando trabajas en lo que deseas y tienes lo necesario y tal vez un poco más, pero no pones tu seguridad y felicidad en cuanto tengas, sino en cómo aproveches lo que tengas.
No olvides que eres rico cuando ayudas, cuando tiendes la mano a quien lo necesita, cuando compartes tus bienes con quienes tienen menos que tú, cuando tu pensamiento está en sintonía con la equidad y mantienes el equilibrio en tu vida, das a los demás un ejemplo coherente de lo que es ser feliz y seguir a Dios, sumando en el cielo y no en la tierra.
Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo. Esto es realmente lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y qué sacó de tanto trabajar para nada?
Eclesiastés 5: 15-16.
Recuerda que al mundo llegaste sin ropa, sin casa, sin carro, ni propiedad alguna, pero eras feliz porque llegaste con amor y una misión designada, la cual incluye vivir con cariño, paz y alegría, porque Dios no te dio la vida para que fueras infeliz, por el contrario, él te ama y siempre ha querido lo mejor para ti.
Cuando mueras y estés delante del Señor dando cuentas de lo que hiciste con el tesoro más grande que tenías, acuérdate que Dios no habla del carro, de los bienes o de los títulos que obtuviste, sino de tu vida, así que lo que realmente te permitirá gozar de la vida eterna será lo que hagas acá por conseguir tesoros en el cielo.
Que Dios te ilumine y te bendiga.
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