“Yahvé da firmeza a los pasos del hombre, se complace en su camino; aunque caiga, no queda tirado, pues Yahvé lo sostiene por la mano.”
Salmo 37, 23-24
Cuando escuchamos hablar del fracaso creemos que es todo lo que no salió como esperábamos, o aquellos momentos en donde nos sentimos derrotados, confundidos o incluso asustados, pero estas, solamente son emociones que nos demuestran que estamos intentando alcanzar algo que queremos y que hicimos un esfuerzo para obtenerlo.
Dios siempre nos reconforta y nos acompaña, Él tiende su mano hacia nosotros cuando estamos frágiles o nos sentimos confundidos, por eso sabemos que lo que nosotros vemos como fracasos son las experiencias por las que estamos formando nuestro propio camino y cuando las cosas no toman el rumbo que pensamos, significa que hay algo diferente planeado para nosotros y que este acontecimiento solamente es una preparación para nuevas cosas y para vivir nuevas experiencias.
“La paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.”
Romanos 5, 4-5
Las tribulaciones que se nos presentan al sentir que no salen nuestros planes, nos hacen dudar de nuestras cualidades y nos llevan a perder la esperanza; esto nos ha pasado a todos, sin embargo, cuando tenemos a Dios presente en nuestras vidas podemos descubrir que Él es quien nos ayuda y nos reconforta, es importante ser pacientes para poder tomar mejores decisiones, pues si nos dejamos llevar por la angustia y los afanes no veremos con claridad las situaciones y podremos equivocarnos.
Por tanto, pedir a Dios que nos conceda la esperanza ante las adversidades nos ayuda a vivir plenamente, a ser agradecidos por nuestra vida, nuestra familia, amigos, el trabajo que cada uno desempeña, ya que, por medio de su Espíritu Santo nos muestra su amor y nos permite confiar a él, los proyectos que tenemos según sea su voluntad.
“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os proporcionaré descanso”
Mateo 11, 28
Como hijos de Dios tenemos a nuestro favor su misericordia, a pesar de nuestras debilidades y angustias, siempre podremos hallar una respuesta en el Señor, porque Él nos da el descanso necesario. Cuando sentimos que estamos atravesando una tormenta y no vemos la salida a las dificultades, es cuando más debemos buscar su palabra, pues ahí está el sosiego que no alcanzamos por nuestra desesperanza.
La razón de nuestro agotamiento espiritual es que no confiamos lo suficiente en nosotros, siempre creemos que podemos hacerlo distinto, nos volvemos exigentes y a veces no nos damos cuenta que se necesita tiempo para ver resultados, vivimos en un afán constante por ver los cambios o los resultados, se nos olvida que las cosas tienen un proceso que a la final nos ayuda a ser mejores, a aprender de nuestras propias falencias y sobre todo a colocar siempre nuestros proyectos en manos de Dios.
“Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman, de aquellos que han sido llamados según su designio”
Romanos 8, 28
Todos hemos sido llamados por Dios a una misión, bien sea desde nuestra familia, trabajo o en los lugares donde vivimos, esto nos recuerda que hay propósito de vida para cada uno y que, así como cada quien tiene bendiciones, también puede compartir el amor y la misericordia que ha recibido de Dios; tenemos también la certeza que cuando le pedimos a Dios el discernimiento para actuar, Él va delante de nosotros, abriendo las puertas necesarias para que alcancemos aquello por lo que luchamos en nuestras vidas.
Responder a Dios, significa estar dispuestos a ayudar a otros, pues es cierto que cada uno ha sido elegido, si nos unimos a otros por la confianza en el Señor, nuestras acciones tendrán un sentido diferente y seremos así la Luz de la que Cristo nos habló; así que todo lo que hacemos y cuanto tenemos es una bendición que nos ayudará siempre a recordar el camino por el que estamos avanzando, habrá obstáculos sin duda, pero todo será un aprendizaje que suma para que lleguemos al plan que Dios ha marcado en nuestras vidas.
“Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo viviréis atribulados; pero tened buen ánimo: yo he vencido al mundo”
Juan 16, 33
Y cuando sentimos que estamos “fracasando” o que no somos fuertes para lograr nuestros propósitos, recordemos que Dios nos ha abierto los caminos y que si le encomendamos a Él nuestros planes, nos guiará y ayudará a realizarlos, pues es mejor arriesgarnos y luego encontrar la satisfacción de lograr nuestros propósitos, que renunciar por miedo al fracaso y si algo no sale exactamente como esperamos, significa que Dios va enderezando el sendero hacia donde esta nuestra misión.
Que Dios te ilumine y te bendiga.
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