Queridos hermanos de Yo creo en Dios, que nuestro Señor resucitado, les inunde de todo su amor y de sus bendiciones en esta nueva mañana.
Todos atravesamos por grandes momentos de dificultad, pues la escasez, la falta de trabajo, de ingresos, nuestras obligaciones financieras, y los problemas en nuestras relaciones personales, nos pueden llevar fácilmente a la angustia y a la depresión, por eso, en estos momentos, Dios nos llama a la conversión y al cambio radical de nuestras vidas, es decir nos presenta una oportunidad para ser mejores, por medio de la gran bendición de nuestro amado Jesucristo, el cual dio su vida por nosotros.
Por este motivo esta bella oración es para invitarnos a dar siempre bendiciones, paz y amor a los demás, y así nuestros labios serán medio de santificación para otros y para nosotros mismos.
Te exhortamos a realizar esta oración, todas las mañanas, para dar gracias a Dios y para encomendar nuestras vidas a él, que es justo y misericordioso.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
El Señor es mi pastor nada me falta, en verdes praderas me hace descansar, me conduce por fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Mi Señor, tú me guiarás por el sendero justo, por el honor de tu nombre, aunque camine por sendas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan.
Mi Dios, tú preparas una mesa delante de mí, en presencia de mis enemigos, unges mi cabeza con aceite y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Amado Señor Jesús, tú eres nuestro buen pastor, que da la vida por sus ovejas, tú nunca nos abandonas ni te olvidas de nosotros, aunque atravesemos las sendas más oscuras, tú nos cuidas; tu misericordia es tan grande que no tienes en cuenta nuestros pecados, sino que nos llamas a cambiar el corazón de piedra y a no pecar más.
Hoy nos postramos ante tu divina presencia Señor y reconocemos nuestras culpas, pero confiamos en que nos concederás la gracia de ser mejores personas cada día, y sanar las heridas que tenemos en el corazón, y también las que hemos causado a otros, con nuestro mal actuar.
Protégenos Padre Santo de los juicios injustos y de las críticas a los demás, no permitas que nuestro corazón albergue sentimientos negativos contra nuestros hermanos. A ti padre nos encomendamos suplicando tu fuerza en los momentos de prueba, y que tu amor y tu alegría nos acompañe siempre.
Te pedimos por los que pasan necesidades, por los que pagan condenas injustas, por los que han perdido la esperanza y por todos los que sufren. Restáuranos Señor Jesús por tu bondad, sal en nuestra defensa y permítenos recuperar la paz y la alegría de nuestro ser.
Escucha Señor mi oración, que mi grito llegue hasta tus oídos, no me escondas tu rostro el día de la desgracia, por favor inclina tu oído hacia mí cuando te invoco, sobre todo en estos momentos de angustia y de desesperación, por favor escúchame Señor:
(En estos instantes cuéntale tus angustias al Señor, y pídele que aumente tu fe, y te dé paz y sosiego, para poder resolver todo).
Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo tu gloria, pero tú Señor, restituirás a Sion y aparecerá tu gloria, y verás las súplicas de los indefensos. El Señor ha mirado desde su santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra para escuchar los gritos de los cautivos y librar a los condenados de la muerte.
Padre Santo, te ofrecemos el sacrificio de reconciliación de tu hijo amado, para que en tu bondad, perdones nuestras faltas y guíes nuestro corazón vacilante.
Señor Jesús, tenemos hambre y sed de ti, pues tu misericordia es el bálsamo que sana nuestras heridas, y tu cruz es nuestra fortaleza, por eso en estos momentos de dificultad concédenos que si caemos en el pecado, tengamos la humildad de reconocer nuestra equivocación y hacer todo lo necesario para enmendar nuestra falta.
Santo Jesucristo, te amamos, te bendecimos y te encomendamos todo lo que emprendamos cada día; ayúdanos y guíanos con la fuerza de tu Santo Espíritu, limpia nuestros ojos de las tinieblas del pecado y sácianos de tu amor y de tu paz.
Señor Jesús te pedimos en este tiempo por todos aquellos que lloran, sufren y padecen enfermedad, confórtalos y restaura sus cuerpos y sus mentes, si es tu voluntad, y ayúdalos a continuar, tú que eres piadoso y bondadoso y que amas y proteges a los débiles.
Concédenos Dios todopoderoso que podamos alcanzar tu misericordia, bendito eres, Señor Dios de nuestros padres, bendito tu Santo y glorioso nombre, bendito eres en el templo de tu santa gloria, bendito eres sobre el trono de tu reino.
Dios y salvador nuestro, tuyo es el mar, el cielo y la tierra, y todo lo que existe, por ti respiramos y vivimos, y en tu infinito amor nos llamas a formar parte de tu plan de salvación. Te damos gracias porque con tu entrega en la cruz, nos libraste del pecado y nos diste la garantía de la vida eterna; no permitas que sigamos sometidos bajo el peso de nuestras culpas y concédenos la fuerza de renunciar a la maldad, para poder vivir en la libertad del Espíritu Santo.
Recurramos al Señor todos los pueblos, busquemos continuamente su rostro, porque él gobierna toda la tierra y conoce nuestras necesidades y angustias; él es un padre fiel y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad.
Señor aumenta nuestra fe en ti y en tu providencia y danos un corazón generoso y desprendido, no permitas que reneguemos de las cosas que hoy pasan en el mundo entero, sino que más bien este sea un momento para retomar nuestras vidas y encaminarlas hacia ti.
Divino Maestro ayúdanos a superar nuestros miedos y temores y anímanos a desprendernos de los bienes materiales, del odio y de la indiferencia, para que podamos hacer de nuestra vida un signo de bendición y de humildad.
Amado Jesús, te pedimos que nos concedas la gracia de confiar en tus promesas porque solo tú nos das la vida y todas las bendiciones de nuestro amado Dios, por eso permítenos hacer siempre tu santa voluntad y llevar tu palabra de amor, por siempre.
ASÍ SEA +
Ahora con mucho amor y humildad te invitamos a hacer un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
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