Amados hermanos de Yo creo en Dios, que nuestro Señor llegue hoy a sus vidas y los alivie de cualquier mal o enfermedad que los aqueje.
Muchas veces, incluso sin darnos cuenta, llegan a nosotros males o enfermedades, que nos atacan, que aminoran nuestras fuerzas, que nos desgastan, nos ponen en sufrimiento y quieren acabar con nosotros.
Para esos difíciles momentos, el Señor nos ha iluminado y nos regala esta poderosa oración de sanación, para que con mucha dedicación, con fe verdadera en el poder de nuestro Señor Jesucristo, podamos obtener la sanidad de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma.
Ahora realicemos juntos esta milagrosa oración, durante nueve días seguidos, en la mañana y en la noche, confiando plenamente en que nuestro amado Jesús, nos sanará de todo mal, enfermedad o dolencia que tengamos.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Bendito y amado Jesús de Nazaret, Santo Señor de los cielos y de la tierra, en este nuevo día te llamo y te pido que vengas a mí con premura, pues mi ser está necesitado de ti, ya que la enfermedad ha llegado a mí, me está lastimando y no quiere retroceder, por lo que hoy necesito de tu gran poder.
Dulcísimo Salvador, tú sabes bien que siempre te tengo presente, así no te nombre a diario, pues mis ocupaciones y el mundo, a ratos me alejan un poco de ti, y por eso, hoy acudo a ti, como siempre lo hago, para que aparte de llevar mi vida, me des la sanidad de mi cuerpo, de mi mente y de mi alma, para que toda enfermedad o dolencia que intenten invadirme y socavarme, sean expulsadas lejos de mi presencia y me deje disfrutar de la tranquilidad, en especial, hoy te pido por esta enfermedad en particular, que estoy padeciendo:
(En este momento con mucha calma, dile al Señor lo que te pasa, cuéntale tu dolencia, y exprésale lo que deseas lograr, para que él con su poder te lo conceda)
Señor, yo sé que tú eres el camino, la verdad y la vida, eres mi más fiel esperanza, y por medio tuyo, tengo la seguridad, de que obtendré la sanación de nuestro Dios Padre Celestial, quien nos ha dado su poderosa ayuda, por medio tuyo, por tu gracia y de tu mano, todo lo malo que haya en mí, podrá desaparecer, pues yo confío en ti, y en este instante me pongo de rodillas para que actúes en mí.
Ahora cierra tus ojos y repite después de mí:
Padre Santo, Dios todo poderoso, en nombre de tu hijo Jesucristo, Dios y Salvador nuestro, yo declaro que toda enfermedad, todo mal, todo sufrimiento, dolor, padecimiento o malestar, será expulsado de mi cuerpo, con tu poderosa mano, para bienestar y alivio mío.
Tú actuarás en nombre mío Señor Jesús, con toda autoridad que ahora yo te doy, para que purifiques cada miembro de mi cuerpo, la cabeza, los brazos, las piernas, el torso, cada órgano de mi cuerpo, mi corazón, mis pulmones, mi estómago, mi hígado y cualquier otro del que necesite de tu sanación, también cada célula de mi cuerpo, para que desde este momento sea renovada por ti Señor, porque yo creo fielmente en ti, creo en tu poder, en tu renovación, y por mi fe y tu dominio, seré sanado.
En este momento Señor siento tu presencia, tú estás actuando en mí, siento el calor de tu poder entrando por mi cabeza y empezando a recorrer todo mi cuerpo, ese fuego celestial que está quemando uno a uno, todo virus, toda bacteria, todo cáncer, toda enfermedad o molestia que en este momento me haya invadido, pero que ahora gracias a este inmenso poder que siento en mí, siento también tu sanación Señor Jesús y por eso te bendigo, te doy toda la gloria y te doy gracias.
Amado Jesús, gracias por tu inmensa misericordia, gracias por acudir a mí, a pesar de mi pecado, del que me arrepiento de corazón, gracias porque sé que me amas, a pesar de mi imperfección.
Yo te prometo hacer todas las veces que sea necesaria esta poderosa oración, para encontrar la sanidad y la recuperación y lucidez de mi ser, y así, volver a ser la persona que era hace poco, volver a sonreír, a caminar, a correr, a bailar, a tener una vida en paz y feliz, para darte vítores de alabanzas, y contarles a mis hermanos, que tú lo eres todo, que nos das tu amor incondicional, que estás siempre aquí para ayudarnos, y que si confiamos plenamente en ti, algún día podremos encontrar la vida eterna y la salvación de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestra alma.
ASÍ SEA +
Ahora complementemos nuestra oración de sanación al Señor, haciendo un Credo, un Padre Nuestro, tres Ave Marías y tres Glorias.
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